No recuerdo si he mencionado esto en otro artículo anterior, pero soy una persona introvertida por naturaleza. Los eventos sociales o el simple hecho de hablar con gente durante mucho tiempo realmente me demanda un esfuerzo, y luego de ello necesito alejarme y estar solo un rato para poder recargarme. Ya se pueden imaginar que un extrovertido siente y hace exactamente lo opuesto. No tiene nada de malo ser uno o el otro, siempre y cuando nos aceptemos y seamos felices.
A veces me doy cuenta de que el mero hecho de hablar con alguien de forma casual me parece un poco agotador, sobre todo si no hay una necesidad (interés) o urgencia. Hace poco me vi en una situación así y comencé a reflexionar sobre lo que ocurrió y cómo me sentí. Normalmente, en el ámbito laboral, algunas personas se acercan a mí para comentarme algún problema o buscar alguna una solución, aunque también podría ser simplemente para conversar. En esos momentos, tengo que reunir algo de energía para atender a esa persona y dejar de hacer lo que sea que esté haciendo, después de todo, me gusta brindarle a las personas mi total atención al hablar.
Si me pongo a analizar, concluiría que las mejores ideas que se me han ocurrido han surgido siempre producto de una conversación con alguien. No necesariamente porque la persona con la que conversaba supiera la respuesta a lo que estaba en mi cabeza (tal vez ni siquiera yo se lo comenté), simplemente se da espontáneamente lo que en Coaching llamamos un momento de realización o de descubrimiento. Trataré de explicar a qué me refiero con ello.
El momento de realización
Al conversar con otra persona siempre ganarás algo, aunque no te des cuenta en ese momento. Mencionaré algunos ejemplos que se me ocurren. Podría ser inspiración o ideas nuevas que puedes aplicar y que no se te habían ocurrido antes. Tal vez motivación para continuar un camino que parecía muy complicado (sobre todo cuando la persona con quien hablas te comenta que le ocurrió algo semejante o tiene experiencias que compartir). También podrías enriquecer o complementar tus ideas con una perspectiva diferente. Quizás una opinión sincera o retroalimentación, todas estas cosas ayudan a perfeccionar tus planes.
Nosotros tenemos la capacidad de encontrar las respuestas a nuestras propias preguntas o las soluciones a nuestros problemas, de hecho en eso se basa el coaching. Nadie es más experto en tu problema que tú mismo, por ende, nadie mejor que tú para solucionarlo. El escucharnos a nosotros mismos verbalizar una idea o escuchar a una persona repitiendo u opinando sobre ella, conllevará a un análisis muy diferente a si la tenemos en la mente dando vueltas. Las conversaciones son una gran ayuda para poder darnos cuenta (realización o descubrimiento) de lo simple, compleja, intricada u obvia que es la respuesta que buscamos.
Conclusión
Con esto quiero motivar a todos los introvertidos a verbalizar sus ideas y problemas, a entablar conversaciones con colegas, amigos, familia, etc. Sean sinceros sobre lo que está en su mente, compartan sus pensamientos y verán los beneficios. Por supuesto, hay que estar dispuesto a escuchar a la otra persona y ser empáticos- es aquí donde se necesita esa cuota de energía antes mencionada. Hay que dejar fluir la conversación, no forzarla.
Obviamente, no pretendo convencer a nadie a que se vuelva extrovertido, ni tampoco sobreentender que ser introvertido es malo. Solo quiero exponer algunos beneficios fácilmente alcanzables que podrían estar siendo desaprovechados por mis amigos introvertidos.
Como ya mencioné, el coaching es un ejemplo de cómo estos momentos de realización ocurren producto de una conversación. Después de todo, es un tipo de conversación que busca generar un alto impacto en ti. Si te interesaría descubrir más sobre ello y experimentar estos momentos de realización o descubrimiento, no dudes en agendar una cita o ver los diferentes paquetes que se ofrecen en la web.
Alexander Martinez
