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Los desencadenantes (Triggers) ocultos de los malos hábitos

En un mundo tan acelerado y lleno de distracciones como el actual, incluso a las personas mejor intencionadas les resulta difícil mantener hábitos positivos o abandonar los malos. Cambiar el comportamiento, especialmente en entornos llenos de «desencadenantes», suele ser más difícil de lo pensado. Tanto si intenta dejar un mal hábito como mejorar sus relaciones en el trabajo, los desencadenantes o triggers (en inglés) suelen minar su determinación y hacerle sentir frustrado por la falta de progresos.

Cuando bastaba con la fuerza de voluntad

En décadas anteriores, muchos creían que los malos hábitos se podían romper únicamente con fuerza de voluntad. Si quería dejar de fumar o mejorar su productividad en el trabajo, la sabiduría convencional sugería que todo lo que necesitaba era suficiente autodisciplina y concentración para lograrlo. Se creía que el éxito o el fracaso a la hora de cambiar un hábito era un mero reflejo de la fuerza de carácter del individuo.

Sin embargo, como explican Marshall Goldsmith y Mark Reiter en su libro «Triggers», este enfoque suele fracasar porque la gente subestima el poder de su entorno. Las distracciones, tentaciones e influencias sutiles que nos rodean afectan significativamente nuestra capacidad para mantenernos comprometidos con el cambio. Por ejemplo, intentar trabajar en un proyecto en una oficina ruidosa o comer sano cuando estamos rodeados de comida basura es mucho más difícil de lo que solemos creer.

Goldsmith señala que «los entornos ricos en desencadenantes luchan contra tu determinación constantemente». Por mucha fuerza de voluntad que creas tener, estás constantemente en guerra con los estímulos que te rodean y que tiran de ti hacia tus malos hábitos.

Los desencadenantes en el mundo moderno

Hoy en día, sabemos que mantener comportamientos positivos y evitar negativos se requiere algo más que buenas intenciones. Los desencadenantes -estímulos ambientales que desencadenan un comportamiento específico- están en todas partes y ejercen una poderosa influencia en nuestra forma de actuar.

Goldsmith ilustra el concepto de desencadenantes con un ejemplo de la vida cotidiana: «Sonríes y saludas a tu familia mientras te diriges al aeropuerto, pero te conviertes instantáneamente en un “monstruo” si tu vuelo sufre un retraso». Esto muestra cómo desencadenantes externos, como frustración de un vuelo retrasado, pueden provocar un comportamiento negativo que puede estar completamente fuera de lugar.

En el lugar de trabajo moderno, los desencadenantes son igual de frecuentes e impactantes. Un directivo bienintencionado puede empezar el día con planes para dirigir una reunión de equipo positiva y atender las necesidades de todos. Pero cuando llega la tarde, después de haber sido bombardeado con correos electrónicos urgentes, quejas y crisis menores, es mucho más probable que se muestre irritable e impaciente, socavando los propios objetivos que se había fijado para ese día. Esto no se debe a que no puedan dirigir a su equipo con eficacia, sino a que el entorno -lleno de distracciones y factores estresantes- ha desencadenado comportamientos que desbaratan sus intenciones.

La idea de Goldsmith es crucial: «El cambio tiene que venir de dentro. No se puede dictar, exigir ni forzar de ninguna otra forma». Esta afirmación pone de relieve que, aunque los desencadenantes son poderosos, la responsabilidad de cambiar y resistirse a ellos sigue recayendo en el individuo. Se trata de entender tu entorno y cómo te empuja hacia ciertos comportamientos, de modo que puedas tomar medidas proactivas para evitar caer en esas trampas.

Estrategias prácticas para superar los desencadenantes

Entonces, ¿cómo pueden las personas, especialmente las que luchan contra los malos hábitos, ganar control sobre estos desencadenantes omnipresentes y crear un cambio duradero? Goldsmith sugiere varias estrategias para ayudar a tomar conciencia y fortalecer la determinación de cambiar. Estos pasos prácticos son esenciales para controlar los desencadenantes y orientarse hacia comportamientos más positivos.

Tomar conciencia a través de la retroalimentación

El primer paso para romper el ciclo de los malos hábitos es la concienciación. Por ejemplo, las señales de velocidad digitales que muestran a los conductores la velocidad a la que van funcionan porque proporcionan información clara sobre si el conductor respeta o no el límite de velocidad. Del mismo modo, en el lugar de trabajo, pedir opiniones periódicas a compañeros o mentores puede ayudarte a ver el impacto de tus acciones y a ajustarlas en consecuencia.

Estructurar su entorno para el éxito

Diseñar tu entorno para minimizar los factores desencadenantes es clave. Si quiere ser más productivo en el trabajo, puede eliminar distracciones como el teléfono o cerrar las pestañas innecesarias del navegador. Si estás intentando mejorar tu salud, sustituye los snacks poco saludables de tu casa por alternativas más sanas.

Utiliza preguntas diarias para rendir cuentas

Utiliza preguntas diarias para hacer un seguimiento de tu progreso. Se trata de preguntas personales para saber si ha hecho todo lo posible por mejorar un comportamiento concreto ese día. Por ejemplo, si tiendes a posponer tareas importantes, una pregunta diaria podría ser: «¿He hecho todo lo posible hoy para trabajar en mi proyecto más importante durante al menos una hora?». La clave está en plantearse preguntas activas como ésta, centrándose en si los has intentado y no en si lo has conseguido. Esto te permite reflexionar sobre su esfuerzo y refuerza que la mejora es un proceso gradual.

Juegos de roles

Un método práctico para aprender a gestionar los factores desencadenantes es el juego de roles en sesiones de coaching. Practicando diferentes situaciones en las que se suele caer en los malos hábitos, se pueden ensayar comportamientos alternativos y desarrollar la memoria muscular necesaria para resistirse a los desencadenantes en situaciones de la vida real. Esto puede ser especialmente útil en entornos de mucho estrés, como ventas, gestión o interacciones con clientes, donde abundan los desencadenantes.

Empiece poco a poco, pero sea constante

En lugar de revisar todos sus hábitos de inmediato, empiece con cambios pequeños y manejables y vaya desarrollándolos gradualmente. Si está intentando ser más organizado, comprométase a realizar una tarea diaria, como vaciar su bandeja de entrada, y empiece desde ahí. Las pequeñas victorias generan impulso y confianza, y conducen a un mayor cambio a largo plazo.

Aceptar el cambio y dominar los desencadenantes

En última instancia, el cambio duradero proviene de la concienciación, acción intencionada y creación de un entorno que apoye tus objetivos. Al reconocer y controlar los factores desencadenantes de tu entorno, puedes mejorar significativamente tus posibilidades de abandonar los malos hábitos y mantener los positivos. Recuerde que el cambio no se produce de la noche a la mañana. Pero con persistencia, estructura y apoyo, puedes convertirte en la persona que quieres ser.

Alexander Martinez

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