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Las hormonas que controlan nuestra vida

Creo que puedo dividir mi vida en un antes y un después desde que aprendí sobre este tema. Me refiero a que muchas cosas empezaron a tener sentido luego de entender cómo algunas de las tantas hormonas que produce nuestro cuerpo pueden determinar nuestro estado, y por ende influenciar nuestras decisiones.

A cuatro de las tantas hormonas que producimos a diario se les conoce coloquialmente como hormonas de la felicidad. Me refiero a la dopamina, la serotonina, la endorfina y la oxitocina. El famoso cortisol, por otro lado, es exactamente lo opuesto, es la hormona del estrés. Sobre el cortisol y su relación con el burnout dedicaré un artículo especial. Hoy me centraré únicamente en las hormonas de la felicidad.

A la dopamina me gusta denominarla como la hormona de la victoria. Imaginemos que se nos antoja una jugosa hamburguesa, la puedes visualizar todo el día durante las horas de trabajo, te imaginas su olor, su sabor, su textura… ya no puedes esperar para ir a comprarla. Finalmente, el momento llega y das el primer mordisco, esa sensación de satisfacción que se siente es generado por la dopamina. Dura solo unos minutos (a lo mucho) y luego se disipa (en muchos casos convirtiéndose luego en sensación de culpa). La dopamina es la hormona que se libera cuando conseguimos lo que estamos buscando.

La serotonina es una hormona que está relacionada con el estado de ánimo. La falta de serotonina conlleva a la desmotivación, ansiedad, desconcentración, falta de energía, pesimismo y finalmente depresión. También se libera cuando nos sentimos saciados (la dopamina por el contrario genera la sensación de hambre), es por eso que niveles bajos de esta hormona pueden llevar a comer de más, y de ahí que muchas veces se asocia el ganar peso con la depresión. Además de esto, el respeto que te tienen otros y la búsqueda de superioridad también generan serotonina.

Por otro lado, la endorfina está más relacionada con la sensación de euforia. El cerebro libera endorfina para cubrir el dolor por tiempo limitado. Imaginemos que estamos huyendo de un peligro y nos caemos, al hacerlo nos hacemos daño. En condiciones normales no podríamos movernos, pero dada la situación, la endorfina liberada por el cerebro hace que no sintamos el dolor y continuemos huyendo. Esa es su función. Cuando hacemos deporte y llevamos nuestro cuerpo al límite, también generamos endorfina. El cuerpo humano no está diseñado para que niveles altos de endorfina estén circulando siempre por la sangre.

Finalmente, pensemos en los momentos en los que nos sentimos que podemos confiar en alguien o que ese alguien confía en nosotros. O tal vez que estamos orgullosos por el logro de otra persona. Esa sensación es causada por la oxitocina. Es la hormona que nos permite sociabilizar y pertenecer a un grupo. Para poder generar oxitocina, debemos sentirnos relajados y seguros con otra persona. Las conexiones familiares, contacto físico y por supuesto relaciones sexuales (por eso se le conoce como hormona del amor) también están impulsadas por la oxitocina.

Como vemos, estas cuatro hormonas generan sensaciones placenteras y todos somos de una forma u otra, adictos a ellas. Las necesitamos, las buscamos y de una forma inconsciente tomamos nuestras decisiones esperando que las hormonas hagan su trabajo y nos hagan sentir felices. Como dije al inicio, cuando pienso en ello, empiezo a entender por qué tomé ciertas decisiones y seguí ciertos caminos. Creo que buscaba “drogarme” con esas hormonas.

Como humanos, tratamos de huir del dolor y buscamos generar placer, esto no tiene nada de malo, sobre todo si somos conscientes de ello. El problema ocurre cuando no somos capaces de generar estas hormonas a través de buenas decisiones en nuestra vida, sino que buscamos generarlas de forma sintética a través de los medios incorrectos. Las drogas más conocidas son capaces de estimular al cerebro, generar un exceso de hormonas de la felicidad y por ende crear una adicción y dependencia severa. Los antidepresivos y el alcohol generan serotonina, el éxtasis produce oxitocina, la morfina genera endorfina y la cocaína genera rápidamente dopamina. No es entonces difícil de entender por qué algunas personas no son capaces de dejar las drogas y requieren rehabilitación.

No pretendo ser un guía espiritual y decir o aconsejar cómo generar estas hormonas de felicidad, solo espero que el entendimiento de cómo funciona nuestro cuerpo nos ayude a tomar buenas decisiones. Aceptar la hormona que nos genera más placer (a todos nos gusta una en particular). Es importante, respetemos eso y empecemos a ser felices generando esta hormona en cantidades y maneras saludables. ¿Y ustedes qué opinan? ¿Sienten que en algún momento han tomado buenas o malas decisiones teniendo esta búsqueda de placer como principal objetivo? Espero leer sus comentarios.

El coaching puede ayudarte a encontrar lo que más te gusta o esperas en la vida. Si deseas aprender más sobre el tema o conversar, no dudes en contactarme vía la web o agendar una reunión.

Alexander Martinez

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