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Maximizar mi valor: ecuación de propuesta de valor

Hubo alguna época en mi vida profesional en la cual medía a las personas por su cargo, suponía que el tener un título importante en la puerta de la oficina (gerente, director, presidente etc.) significaba que esa persona tenía los conocimientos y experiencia que lo hacían digno de respeto. Hoy en día pienso de una forma muy diferente. Ahora califico a los profesionales en función al valor agregado que aportan o que traen a una empresa. Incluso veo los títulos o cargos como simples formalidades. De hecho, conozco a muchas personas que alcanzaron un determinado puesto de trabajo solo por ser recomendados, más no por méritos.

En todos estos años, he conocido muchos profesionales con cargos rimbombantes, pero que al retirarse de la empresa (por lo general no por voluntad propia) dejaron la impresión de que en verdad su trabajo no generaba impacto. Es como si nada cambiase u ocurriese cuando se van. Por otro lado, todos hemos conocido a un colega que al renunciar a la empresa generó un vacío muy difícil de llenar, son esas las personas que hacen la diferencia, son aquellos que realmente están aportando algo diferente y que cuando se van, su ausencia se hace sentir. A esta idea le llamo proposición de valor.

Para entender el concepto de proposición de valor y cómo se extiende a las personas, me gusta hacer una analogía con la proposición de valor de productos. En ese sentido, creo que quien mejor lo explica es Alex Hormozi en su libro $100M Offers.

La gente aprecia algo más, o está más dispuesta a pagar por algo, si la proposición ofrece ciertos beneficios. La pregunta es, ¿qué valora más una persona? La respuesta es: ahorro de tiempo (disminución), menor esfuerzo (disminución) y mayor probabilidad de alcanzar el objetivo (incremento). Ahora, veámoslo reflejado en la ecuación de propuesta de valor:

Una propuesta de valor será más sólida mientras más de estos aspectos sean incluidos. Entonces, cada vez que queramos ofrecer un producto (o nuestro servicio como profesionales), debemos hacer estas reflexiones:

Lo que ofrezco, ¿contribuye a disminuir el tiempo necesario para alcanzar los objetivos?

Lo que ofrezco, ¿contribuye a disminuir el esfuerzo que otros tengan que hacer para alcanzar los objetivos?

Lo que ofrezco, ¿contribuye a incrementar la probabilidad de éxito?

Volviendo a los ejemplos con los que empecé el artículo, los gerentes o vicepresidentes (profesionales con cargos importantes) que conocí alguna vez y cuya salida parecía no haber generado un cambio en la empresa, probablemente no aportaban gran valor o el valor que aportaban no era lo que la empresa necesitaba, o sea, no había un alineamiento. Fríamente, podría decir que su propuesta de valor no era lo suficientemente sólida como para generar impacto en la empresa, y por ende su salida era necesaria.

Como profesionales, debemos tener este principio siempre en mente. Todos tenemos una propuesta de valor diferente y la idea es poder construir o perfeccionar la nuestra lo mejor posible. Hacerla sólida, diferenciada, única. Hay que descubrir cuáles son nuestras fortalezas para así poder explotar nuestro potencial. Solo así nos volveremos indispensables y generaremos un real impacto en una empresa y en la vida de otros.

El coaching puede ayudarte a descubrir tu propuesta de valor y definitivamente a fortificarla, hay aún mucho que discutir sobre este tema. Si te interesa saber más o te gustaría planear una sesión de coaching, no dudes en contactarme vía la web o en agendar una reunión.

Alexander Martinez

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